Mi primera experiencia… Logística

Siempre recuerdo aquellos años de colegio en mi ciudad natal, Talca, donde a los 11 ó 12 años uno entra en la etapa de pubertad y empieza con el afán de independencia, tanto a nivel de permisos como a nivel económico.

Tenía compañeros a los que los papás les daban una “mesada” semanal para comprarse sus cosas o ahorrar para lo que quisieran. Sin embargo, mi abuelo me decía “tienes que ganarte tus pesitos, la mesada no es gratis, así que te vas a trabajar a la Barraca”.

De esa forma fue como empezó todo: ayudaba a atender a los clientes, y cargaba camiones con cajones tomateros, uveros y manzaneros en época de verano, donde la demanda de estos embalajes crecía en forma importante por la temporada de la fruta.

Me conseguí con el Tata que me diera el aserrín que sobraba, para embalarlos en sacos y venderlos. Así fue como me conseguí mi primer cliente, una abuelita llamada Señora Ana, que almacenaba aserrín en el verano para ocuparlo en su estufa y cocina en el invierno, algo muy común en esa época de los 80s y en una ciudad de provincia como Talca. Llegamos a un acuerdo y me compraría 50 sacos de aserrín a 50 pesos cada uno (¡2.500 pesos!), que en esa época era un súper precio, oferta que duraría por dos semanas. Entonces empecé a llenar sacos por las tardes, ni se imaginan como quedaba de sucio, aserrín detrás de las orejas, en el pelo, etc.; pero al final no era tan complicado solo debía llenarlos, cerrarlos y venderlos.

Hasta ahí todo bien, pues a la semana ya tenía todos los sacos listos para entregárselos. Así que fui a la casa de la Señora Ana a contarle que ya estaban listos y que cuando quisiera los pasara a retirar. Fue en ese momento que me dijo: Pensé que me los vendrías a dejar, ya que por el precio que estoy pagando es lo mínimo que esperaría. Fue en ese momento cuando pensé que todo el esfuerzo de haber conseguido el aserrín, haber llenado los sacos por las tardes y haber negociado un buen precio, no serviría de nada si no conseguía como llevárselos; así que me salió mi lado comercial y le dije; en el transcurso de la semana se los iría a dejar.

Recuerdo que en la Barraca teníamos una camioneta de reparto, pero claramente no me la facilitarían para un negocio personal, ya que ocupaba todo el tiempo repartiendo los pedidos del día. Con este escenario no me quedo otra opción que salir a conseguir un “se fleta”, que eran personas que disponían de algún medio de transporte de carga y que se ofrecían afuera de las Barracas, Terminales de Buses o Ferreterías. Claro está que los precios de fletes de camionetas o camiones estaban fuera de mi alcance económico de estudiante, ya que me cobraban mucho más caro que la venta de los sacos de aserrín. Fue así como conocí a Don Carloncho, un señor que tenía una carretela (medio de transporte con tracción animal) y que me podría cobrar un promedio de $30 pesos por saco, incluido el transporte y ayuda con la descarga en destino, pero de acuerdo a sus condiciones de disponibilidad, ya que él podía tener “otros fletes”. Entonces quedamos que los llevaríamos en 2 viajes, ya que no se podían transportar en uno solo dada la capacidad de la carretela y el tamaño de los sacos; después de todo con ese valor de flete sacaría algo de ganancia y cumpliría con la Señora Ana.

Recuerdo que despaché con Don Carloncho la primera semana de Marzo (yo ya había entrado a clases) por lo que el reparto lo realicé con uniforme de colegio dos días seguidos después de clases. Nos demoramos cada día como 4 horas recorriendo las 17 cuadras entre la Barraca y el destino, dentro de Talca incluyendo la carga y descarga, nada inusual para transporte con caballos, pero al final cumplimos y la Abuelita nos invitó a tomar once (unas ricas sopaipillas); se podría decir que fue mi primera experiencia Logística.

La moraleja aprendida en ese momento, es que no sirve de nada tener el mejor producto, el mejor precio y el mejor marketing, si no somos capaces de prestar el mejor (o por lo menos aceptable) servicio logístico.

La esencia de poder transmitir en forma práctica el verdadero sentido de la Logística y su enorme importancia en la diferenciación entre una empresa y otra. En el ejemplo real de la venta de sacos de aserrín, la problemática se basó en la Logística de Transportes; sin embargo, no es la única problemática que se pudo haber presentado, ya que si no hubiese tenido aserrín por problemas de aserrío de madera, mi problema hubiese sido de Logística de Existencias, o si el aserrín hubiese estado mojado y la Señora Ana me los hubiese rechazado, mi problema hubiese sido de Logística Inversa (o devoluciones). En fin, este simple ejemplo real lo podemos extrapolar sin ningún problema a la realidad actual de todas las empresas que deben vender sus productos a sus distintos clientes y que luchan día a día por mantener sus participaciones de mercado y expectativas de crecimiento.

Los invitamos a ingresar al apasionante mundo de la logística, en donde el tiempo, la eficiencia y la eficacia son vitales para mantener nuestra cadena sincronizada y sobre todo a nuestros clientes actuales y futuros contentos y fidelizados

Rodrigo Rojas Toledo para www.delogistica.com

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