En la arena de la logística global, una pregunta del millón resuena en los pasillos de muchas empresas: ¿Vemos al transportista como “ese mal necesario” o como un “socio estratégico” con quien conquistar el mercado? Seamos sinceros, por mucho tiempo predominó la primera opción. ¿Será esa actitud un error de principiante?
La evidencia empírica de estos tiempos hiper-digitalizados —donde el e-commerce impone tiempos de despacho casi en tiempo real (¡piensa en la entrega en 2 horas!)— nos grita que sí, ¡es un error garrafal! El transporte cobra una relevancia que poco antes habíamos visto, y en todas sus formas, especialmente en la “milla de la verdad”: el despacho de productos terminados al cliente final.
Pero ojo, no solo esa etapa debe ser un Fórmula 1. Al apurar la entrega final, obligamos a toda la cadena de suministro a sincronizarse perfectamente, desde el despacho de materias primas para la producción (con just-in-time afinado) hasta el reabastecimiento de insumos.
¿Basta con tener el hardware top?
¿Es suficiente con tener aviones supersónicos, barcos gigantes, trenes de alta velocidad o camiones de última generación con cero emisiones? ¡Definitivamente no! Estos fierros solo son tan buenos como la infraestructura que los soporta.
Necesitamos aeropuertos, puertos, líneas ferroviarias y carreteras que funcionen como autopistas fluidas, no como estacionamientos masivos. La inversión en infraestructura inteligente y resiliente es el combustible para que nuestro hardware brille de verdad.
El Nivel de Servicio: El Único Power-Up Diferenciador
Hablemos claro: hoy en día, el único elemento diferenciador real en los mercados saturados no es el precio, es el nivel de servicio. Sobre esa base, y considerando nuestras interrogantes anteriores, queda clarísimo que el transporte es una pieza vital para lograr esa excelencia.
Sin un transporte eficiente y bien gestionado, y poniéndonos en el caso hipotético de que la cadena falle, la pérdida del cliente no es una posibilidad; es una realidad segura, un Game Over instantáneo.
El Chofer: De conductor a Embajador de Marca
Aquí surge un giro de guion inesperado: Las personas finales que tienen el contacto “cara a cara” con los clientes en el momento crucial de la entrega no son los magos de finanzas, ni los gerentes de traje y corbata, ni el jefe de ventas. Son los choferes y ayudantes en el despacho.
Si ellos están alineados con la cultura de la empresa y prestan un servicio impecable en terreno, ¿pueden inducir o cohibir una nueva compra a futuro?
¡Un sí rotundo!
Ellos son la imagen final del servicio. Dejan de ser simplemente “choferes” o “ayudantes” y pasan a ser embajadores de la marca, un eslabón más (y crucial) dentro de la empresa proveedora. De ahí su gran, gran importancia.
La Alianza Estratégica: La Jugada Maestra
Dado todo este panorama, la mejor solución en términos de costo-beneficio no es verlos como un dolor de cabeza, sino como un músculo a fortalecer. Las empresas (proveedoras, importadoras, exportadoras y comercializadoras en general) deben generar alianzas estratégicas y hacer de los transportistas, de una vez por todas, “socios estratégicos y no un mal necesario”.
P.D.: La próxima vez que veas a un chófer esperando (horas, a veces) a ser cargado o descargado, no lo veas como parte del tráfico. Simplemente salúdalo. Ellos son, en la primera línea de batalla, tus “socios estratégicos”.
RRT para deLogística, siempre listos para el siguiente nivel.

