Desempleo femenino en Chile; una realidad aún con brechas.

Por Paula Vidal.

Aunque la tasa general se estabilizó, la brecha de género repuntó en el primer semestre y solo cedió levemente hacia el trimestre mayo–julio. La evidencia sugiere causas estructurales y la política de empleo y selección que pueden acelerar la inclusión.
En el trimestre Mayo–julio 2025 el desempleo a nivel nacional alcanzó el 8,7, pero en mujeres llegó a 9,7%, mientras que en hombres llegó a 7,9%.
En el periodo anterior, el desempleo femenino alcanzó a 10,1%. Desde 2021 no llegaba a cifras de dos dígitos, siendo la población más afectada, las mujeres que tienen entre 25 y 54 años de edad, en plena edad laboral, y con educación media o técnica.
En cuanto a geografía, nueve de 16 regiones del país registraron desempleo femenino de dos dígitos, liderando La Araucanía con 11,5%.
Por décadas, la estadística y ha mostrado que las mujeres ven impactada su inserción por su dedicación a cuidados no remunerados de hijos o familiares, además de factores culturales y de ciclo de vida como el matrimonio y los hijos, además de aspectos educativos.
Revertir esta situación no es fácil, entendiendo que la empleabilidad femenina refiere a la combinación de habilidades, redes, oportunidades y condiciones estructurales que facilitan que una mujer no solo encuentre un empleo, sino que lo mantenga y se proyecte.
En Chile, diversos factores inciden en su fortalecimiento, por ejemplo, estudios de la OCDE muestran que la baja representación de mujeres en algunas áreas limita el acceso a empleos de mayor crecimiento y remuneración. Fomentar la participación temprana y la reconversión laboral es central, disminuyendo las brechas especialmente digitales.
Por otra parte, la OIT y la CEPAL subrayan que la infraestructura de cuidados es clave para la empleabilidad sostenida de las mujeres, pues reduce interrupciones de carrera y aumenta la tasa de retorno tras maternidad, posibilitando la conciliación trabajo–familia.
La mayor probabilidad de salidas temporales de la fuerza laboral genera lo que los economistas llaman “penalidad de maternidad”. Programas de reinserción y actualización de competencias podrían ayudar a contrarrestar este efecto de trayectorias interrumpidas.
Asimismo, la informalidad y calidad del empleo sigue afectando a más de una de cada cuatro trabajadoras, con menor protección social y salarios más bajos. La ocupación informal en mayo–julio 2025, fue de 26,0%. En cuanto a sectores, el comercio concentra
alrededor del 20% del empleo femenino (803.605 ocupadas), siendo los de mayor crecimiento alojamiento/comidas, enseñanza y minería.
Para fortalecer la empleabilidad femenina y reducir la brecha de desempleo, la evidencia y la práctica comparada sugieren:
Se podrían evaluar distintos escenarios e iniciativas como evaluar un sistema que permita a las mujeres compartir el cuidado de sus familiares o que la jornada escolar extendida fuera realmente efectiva además de la posibilidad de evaluar el tener subsidios focalizados a la contratación femenina. Expandir y profesionalizar los sistemas de cuidado es una alternativa.
Por otra parte, la reinserción y upskilling para mujeres con educación media/técnica, incluyendo certificación de competencias y reconversión hacia ocupaciones con vacantes, podría abrirles nuevas posibilidades. Conlleva entregar capacitación en sectores de
demanda y reconversión hacia sectores como minería, tecnologías de la información, energías renovables y transporte sustentable, donde hay crecimiento y aún baja participación femenina.
Continuar gestionando los sesgos en selección mediante procesos objetivos y el uso de evaluaciones científicas y válidas que reduzcan la discrecionalidad y los sesgos de gènero es otra opción.
Hay otro tipo de iniciativas empresariales proactivas, como cupos para mujeres en sectores masculinizados, horarios flexibles y políticas de corresponsabilidad son prácticas de rápida implementación.
El desafío del desempleo femenino en Chile no es coyuntural sino estructural: empleabilidad y empleos de calidad son la clave. Avanzar requiere políticas públicas que faciliten el cuidado, programas de reconversión laboral y organizaciones que midan talent
con criterios objetivos. Solo así las mujeres no solo estarán empleadas, sino empleables y proyectadas en carreras sostenibles.

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